El láser ayuda en el tratamiento de muchas patologías y su principal ventaja es que no es invasivo y permite conseguir grandes resultados terapéuticos con apenas o ningún efecto adverso
A continuación, os describimos los tratamientos con láser más comunes que se realizan en podología:
- Onicomicosis o infección de las uñas por hongos:
Las uñas afectadas suelen engrosarse cambiar de color y muchas veces despegarse. El tratamiento suele ser una combinación de fármacos antifúngicos tópicos y orales. Añadiendo el láser aumenta el porcentaje de éxito del tratamiento.
Este eleva la temperatura de la zona donde está el hongo, actuando de manera selectiva, penetrando en la uña y la piel, destruyendo el foco sin apenas afectar a tejidos circundantes.
- Verrugas plantares o papilomas:
Son lesiones producidas por el virus del papiloma humano por contacto directo o indirecto de objetos o superficies contaminadas. Al igual que con los hongos se puede usar como tratamiento único o de forma combinada, controlando con mucha precisión la zona a tratar. En este caso se trabaja con potencias más altas para quemar el tejido afectado.
- Úlceras:
Se trata de una destrucción de la superficie de la piel con poca probabilidad de curarse por sí misma. El tratamiento con láser consigue acelerar el proceso de cicatrización de heridas y mejorar la calidad del tejido de reparación. También se usa en quemaduras heridas infectadas, traumáticas y postquirúrgicas que no cicatrizan de manera adecuada.
- Terapia física.
Ayuda al tratamiento de problemas físicos como lesiones musculares, tendinopatías, trastornos articulares degenerativos… Permite trabajar con diferentes longitudes de onda para conseguir mayor alcance y penetración en tejidos profundos. Se consigue reducir el dolor por su efecto analgésico y una recuperación más rápida. También reduce la inflamación, mejora el drenaje linfático, la vasodilatación y aumenta la actividad metabólica.
Se aplica después de cirugía de juanetes, fracturas, artrosis, de dos en martillo, etc